martes, 14 de abril de 2009

No hay nada como...

Hombre o mujer... tenemos muchas cosas en común. Somos humanos, funcionamos igual, amamos el sexo, y nos encantan los placeres culposos.

Todos en definitivo somos los mismos y venimos de lo mismo. Un simple organimos unicelular que un día se le ocurrió evolucionar, y si le agregamos una "r", al revolucionar, cambió al mundo.

Sin embargo esta entrada no viene sobre pensamientos filosóficos ni existencialmente progresivos. Es sobre algo muy sencillo y que se resuelve en lo más sencillo del mundo. Qué es lo que nos une a todos y sobre todo a todos los venezolanos? He aquí la respuesta:

Hoy no sabía que comer en el almuerzo. Tenía mil opciones y sin embargo no sabía que quería. Por fin me decidí por algo sano. A una buena sugerencia y recomendación nunca se le puede decir que no.

Comí carne, puré y tajadas. Con una sopa de lentejas.

Estaba horrible, frío y sin sabor. O al menos eso percibí yo. Excesivamente caro. Y poco saludable.

Cuando terminé de comer y pensé en cual sería mi próxima entrada, mi proceso de digestión respondió y como un mandato dictatorial me dijo que tenía que decir en mi entrada. No me propuso tema. Me lo impuso. Ya se que es lo que tengo que decir.

Lo más común entre el humano y más que todo los venezolanos, es que la comida que siempre queremos y que siempre buscamos es la comida que nos prepará nuestra madre. Suculenta, sin costo, sana, y llena de amor y sinceridad. No depende de nada. El humor no es factor. Siempre nuestra madre nos contentará así sea con un pan con mantequilla. Perfectamente cortado, con la cantidad perfecta de mantequilla, y a la temperatura ideal.

Lo que quería comer hoy era tan sencillo como un pan con mantequilla